Me preguntó mi amigo E: ¿Qué es? ¿para qué sirve?
Le dije que era buena, que algo quería decirte.
Sin embargo, hoy estaba triste, siento una pena que me sale por los ojos. Siento una soledad que me invade aun sabiendo que no estoy sola. Me vuelvo a pintar de azul, me vuelve a pesar el alma.
¿De qué me sirve? Dicen que las lágrimas anestesian, que llevan unas sustancias que nos permiten a liberar el dolor sin que duela tanto.
Se me ha olvidado cómo se llora, cómo las lágrimas vienen a los ojos, cómo se va diluyendo la pena con la pena.
Que ahora miro la fecha y estamos en abril, el mes de la poesía y la pena, abril.
Que noto mi tristeza en la garganta, que noto mi pena en los ojos.
Noto en mi pecho de nuevo las termitas, las termitas que me quitan mi serenidad. Termitas que me hacen sentirme pequeña e insignificante…
La pena, la pena y el miedo a mi pena. La pena tintada de historias que una vez más no fueron.
La pena es una abrazo a la parte más pura de nuestra esencia, de las cosas que nos duelen, de las cosas que perdimos y que nos hacen perdernos.
La pena es humana, es una caricia en el alma es una ventana al mar de las emociones que nos guían, de las historias que nos acompañan, de las cicatrices que llevamos en la mirada.
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